En México, los créditos bancarios están restringidos para quienes cuentan con lo que dichas instituciones consideran un “buen” buró y comprueban ingresos formalmente.
Durante 2023, uno de cada tres créditos que fueron solicitados, fueron rechazados. Esto quiere decir que al 67% de la población económicamente activa (adultos de 18 a 70 años) que pidió algún tipo de crédito fue rehusada.
Según cifras del Círculo de Crédito, la tarjeta departamental es el tipo de crédito más común y los financiamientos para bienes inmuebles y automotrices los menos utilizados. Sin duda, el porcentaje de los créditos hipotecarios ofrecidos por la banca mexicana está muy por debajo de la meta establecida por el Banco Mundial.
Si bien el crédito hipotecario de las entidades financieras bancarias en México es sólido y sus productores principales ofrecen servicios financieros interesantes, existe falta de acceso a estos para la población trabajadora en la economía independiente e informal del país. Sumado a esto, las personas que laboran en la formalidad también pueden verse afectadas por discriminación racial y estrato social, de acuerdo con un estudio relizado en 2019 por el Gobierno de México.
Por ejemplo, los trabajadores independientes representan el 16% del total de la población ocupada en el trabajo formal. Un número importante de este porcentaje son mujeres, sobre todo trabajadoras del hogar. Ya que estas mujeres no se encuentran en su mayoría integradas al IMSS, es una fracción de población que no goza del crédito Infonavit y que posiblemente será rechazada por el crédito hipotecario de la banca comercial. Así, a la falta de comprobación de ingresos formales e historial de crédito positivo, puede añadirse el posible rechazo por género, clase y color de piel.